Hubo un momento en el que supe a ciencia cierta que no encontraría una editorial-al-uso para Un Mar de Cristal, así que me dije: si autopublico lo haré a mi modo. Y eso también incluía el control sobre la portada. Estuve dando vueltas por muchas páginas de fotografías y de repente pensé que por qué no… La fotografía la podía hacer yo. Y, además, tenía a la modelo perfecta para ello.
A mi Bichobola le encantó la idea. Con sus doce añazos está en esa edad complicada en la que el aspecto y el éxito social son esenciales, así que esto, además del orgullo de formar parte del proyecto de su tía, le hace subir puntos en ese complicado mundo de la adolescencia.
Pero claro, lo que ella no sabía es que la foto sería como yo quisiera que fuera. Que tendría que ir peinada, maquillada y vestida como yo decidiera, que yo elegiría el sitio, la pose y la expresión. Y eso ya no le hacía tanta gracia.
Porque plantarse en el parque de su pueblo un sábado por la tarde a la vista de todos enfundada en mi vestido de novia, con el pelo cardado y bien cargada de maquillaje esencialmente negro hacía que se sintiera absolutamente avergonzada.
Aun así, una vez entramos en calor, nos lo pasamos genial. Y salieron un buen porrón de fotos chulísimas.
No me olvido de agradecer a 7ven su colaboración. Sin su visión paisajística y su ayuda no hubiéramos conseguido las fotos más chulas.
Y, por último, el proceso de portada. La fotografía es mía, el diseño de Luis Muñoz García.
Os presento a mi niña, Jana Rueda Pino, un bellezón por dentro y por fuera:
La portada paso a paso: